Todo empezo cuando el primer mendrugo, el melon, celebro su despedida de soltero el año pasado. Edu el segundo mendrugo tubo la brillante idea de disfrazarlo de bailarina, entonces se lo conto al tercer melon, a mi. Yo fui y lo compre.
El día de la despedida lo pasamos genial y el disfraz le quedaba genuino.
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El juro y perjuro que ese disfraz nos lo pondríamos los otros dos mendrugos.......
Y el siguiente sin comerlo ni beberlo fui yo............
Después de la huevada de mi despedida quería darle fin a esta tradición tan macabra de color rosa.
Pensé en quemar el traje, en teñirlo, pero mi ingenio me dio ideas más dulces y fue hacer una tarta con el último de la mendrugos.....
Este fue su fin.....el traje fue destruido y siempre nos quedará su recuerdo........
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